Si todo es así

Oigo en esta tarde ventosa la encantadora voz de Marga. Se me hizo noche mirando los graffitis de Guille, me dolían los ojos y traté de descansar; pero antes coloqué en la playlist del Winamp el tema Si todo es así, de Mike Stoller y Jerry Liebre. En la oscuridad la voz de Marga era como un milagro naciendo de la noche. Tenía muy reciente la conclusión de un relato que narraba una noche al final de una tormenta en la grieta de un glaciar de los Alpes, algo que me pudo costar la vida hace más de treinta años. Hay muchas piezas que no cuadran en el puzzle, no podemos pretender la armonía perfecta; pero un día llega la tarde con su viento doloroso y su oscilar de ramas y arranca las piedras de los caminos, tira las empalizadas, transforma la realidad en una pirueta de circo, y es necesario entonces hincar las rodillas en la tierra y rezar; cruzarse de piernas frente al horizonte y contemplar la bastedad de la tierra, respirar hondo, sumirse en una meditación profunda.

Sobra el si; todo es así, sin más; o mejor, todo es como es, ni más ni menos. Aquel día lejano de mil novecientos setenta y tres, el día era perfecto, maravilloso para aferrarse al granito rosado de la montaña y escalar mil quinientos metros de desnivel; pero después llegó la tormenta y acorraló en su parafernalia de rayos y truenos nuestros cuerpos, las paredes se llenaron de las bolas translúcidas del granito, quedamos a merced de la montaña, de la tempestad, de la noche. Y aún pareciendo que había llegado el momento y que el amanecer no vendría nunca al fondo de la grieta donde vivaqueábamos con lo puesto, aun así se hizo la luz en algún momento; los dioses de la montaña fueron clementes, fue posible volver a vivir de nuevo. Alguien tiene un amor y entonces los campos son verdes y las laderas se llenan de amapolas y chupamieles, de pájaros, y todo canta y es la loca locura de la felicidad... hasta que llega la noche de los cuchillos largos y el miedo o la histeria de los celos, y entonces todo se derrumba, el mundo se hunde, la primavera ya no existe, las amapolas fueron un sueño, el delicado color de los pétalos de los chupamieles se hizo ceniza entre las manos abiertas de la memoria. Y sólo cabe nuevamente ponerse de rodillas y rezar, o anegar el corazón con la hiel de la com-pasión. Cosas que pasan.

Algo no cuadraba, dice la letra de la canción de Marga; y tanto, una casa que arde, un día de circo, la suerte de un amor. Siempre queremos tener el mundo bien organizadito a nuestro alrededor, poner etiquetas a las situaciones difíciles, nombres lo incomprensible, a lo que nuestra alma no puede asimilar. Le ponemos una etiqueta encima , la que mejor nos venga, y ya parecemos contentos. Pero es mentira. Esas cosas sirven para el juzgado, para engañarnos, pero no para el alma que es mucho más sabia que todas las razones del mundo juntas. Las llamas de la casa, el circo, el amor, una razón para vivir, son los temas que a la postre recogen las fotografías de mi hijo en su peregrinar por las calles de Madrid a la caza de lo que van sembrando los graffiteros por sus paredes.

Todo es así, ahora hace falta que de nuestras oraciones y rezos en el altar del día a día, vayamos aprendiendo a comprender que las cosas no son más que como son y no de otra manera, y, por supuesto, no como queremos imaginárnoslas. Es la gran sabiduría del Tao.

1 comentario:

Escrito en la pared dijo...

Buenos días.

Te quedó bien bonito el texto... Ayer instalé eso, y parece que ya va reflejando cosas, espero no viciarme y estar mirando constantemente.

Me alegra saber que te gustaron las fotos y que sirvieron de inspiración. Hablamos. Besos a los dos.

Guille.