Y el silencio invitaba a
Tener a los políticos para que te solucionen la vida; era una idea que me asaltó mientras conducía cami
no de Pamplona. Un modo de disculpar mi lejanía respecto a
La verdad, y para ser sincero, es que el sistema me proporciona la posibilidad de dedicarme a aquello que elijo. Tomo carreteras, visito pueblos, dispongo de los servicios que necesito, y todo ello es posible porque hay gente que se dedica a organizar el mundo. Nuestro bienestar y nuestra cultura se asienta sobre el correcto o no correcto funcionamiento de las instituciones políticas. Es de agradecer que el mundo funcione, aunque lo haga no exactamente como yo quiero, que de empeñarme en ello tampoco podría ser, y por añadidura me robarían la posibilidad de este tránsito tranquilo por el mundo, ya que organizar el mundo es complejo y consume una gran cantidad de tiempo y energía vital. Lo que me obliga a disculpar aquello que no me gusta y a reconocer el esfuerzo de los que trabajan en la obra común, aunque sea gastando excesiva pólvora en bobadas de tres cuartos.
Si alguien no hubiera proyectado las carreteras, suministrado el carburante para mi coche, fabricado el portátil en que tecleo en mi periplo otoñal por España, pues eso, que no podría estar aquí disfrutando de este particular otoño que me he fabricado este año.
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