Peñarrubias de Pirón,
20/10/2014
Comienzo hoy un paseo por la España del otoño. Anduve el
otro día a probar cómo se encontraba el color de los árboles por la Casa de Campo y me pareció
que el otoño andaba un tanto atrasado por Madrid, pero aun así decidí ponerme
en camino animado por el tiempo casi veraniego de estos días. Eso sí, todo ello
después de satisfacer mi curiosidad en torno al congrego de Podemos. Estos días
me sube por dentro una ilusión similar a la que viví tras la muerte de Franco,
del horror de los tiempos oscuros a la esperanza de un país, el que vivo y
donde nací aunque me sienta más bien ciudadano del mundo, en que la libertad y
el poder de una conciencia solidaria y justa se extienda por nuestras tierra
como un tsunami que arrastre consigo la ponzoña y corrupción de que se ve
enferma nuestra patria. Pasé unos días nervioso por esta circunstancia y el
sábado no pude resistir ya la tentación de comprobar cuál era el mecanismo que
estaba permitiendo poner en pie esa esperanza que me bullía por dentro y decidí
asistir al encuentro de Vista Alegre.
No son muchos los momentos de la vida en que la
emoción suba por el organismo de uno inexplicablemente hasta el punto de
humedecérsele los ojos. No son muchos. La emoción respira y se conmueve dentro
de nosotros sin que sepamos muy bien la razón de ello; la emoción es muy lista;
la emoción sabe mucho más que nuestro intelecto, vela para atender nuestras
necesidades y, cuando ve allá en el horizonte algo tan estimulante como que lo
irremediable pueda revertirse, este panorama político y económico que tenemos
tan terrible y tan injusto, entonces ella da saltitos, se anima, brilla en
nuestros ojos y nos dice, tío, la cosa no está perdida, ni neoliberalismo ni
leches, esto se puede cambiar. Qué gran cosa es tener una esperanza, aunque
ésta sea chiquita. Bueno, no tan chiquita, que a juzgar por lo que yo veía y
oía en Vista Alegre el pasado sábado, la cosa va madurando y poco a poco hasta
será posible el milagro.
Esta tarde no hay manera de escribir, el cachondo de
Santiago Pino y mi hermana Montse, que me acompañan en estos dos primeros días
de giro otoñal, es demasié, no paran, los tíos rajan a voz en grito
inmisericordes junto al cronista que se esfuerza inútilmente en pergeñar
algunos párrafos sobre este primer día de gira.
A pocos kilómetros de haber dejado Madrid atrás esta
mañana ya los colores empiezan a aparecer en las ensenadas, chopos y álamos
como soldados en formación se alinean aquí y allá a los lados de la carretera.
Bajando el puerto de Navacerrada, después de las Siete Revueltas, me paro a
fotografiar los helechos, los recolectores de setas son muchos; casi todos
novatos; eh, jefe, ¿usted sabe de setas? Y el hombre, gordito con cara de
despiste pero dispuesto a aprender todo lo referente a micología me enseña una
cesta de mimbre donde se amontonan setas de todos los colores. Lo siento, sólo
conozco los níscalos. La herrumbre suave de los helechos cubre la ladera
salpicada de pinos.
Boca del Asno |
En
La Granja |
A veinticuatro kilómetros al norte de Segovia corre un pequeño río lleno de alamedas, el río Pirón. Ese es el destino para nuestra excursión de mañana. En Peñarrubias de Pirón espero a Santiago Pino y a mi hermana Montse. Dormiremos junto al río y mañana temprano, un poco antes del amanecer, recorreremos la ribera de este río donde veo crecer a la tarde los colores como si fueran brillantes llamas culebreando en el paisaje señalando la presencia del río.
Nuestra tertulia tras la cena se prolonga amenizada
por el canto de los grillos y el croar de las ranas. He conseguido deshacerme
por un rato de la bulla de mis compañeros y cumplo mis deberes de cronista.
Desde aquí oigo al amigo Santiago dando lecciones da mi hermana sobre sus
últimas adquisiciones Android para su teléfono, un programa que escanea las
etiquetas de las botellas de vino y te cuenta la historia completa de la bodega
correspondiente, otra aplicación que lee el mapa del cielo y te dice el nombre
de las estrellas a las que diriges el móvil, otra que… Santiago ha encontrado
una interlocutora ideal para dar suelta a su afición favorita, la de hablar de
las bondades de su nuevo móvil Xioami. Para Santiago todos los aparatos que
pesca son una de las siete maravillas del mundo, puede pasarse media tarde
cantando las excelencias de todas sus adquisiciones. Santiago es la persona que
me soluciona todos los problemas informáticos, así que cuidado. Estos dos
compañeros que me he echado estos días para recorrer el Duratón y el río Pirón
están algo despistados, los tíos se me han venido sin comida ni bebida, debían
de pensarse que aquí, junto al río, había algún hada madrina que les iba a dar
de comer. Y no sólo eso sino que, anda con ellos, desde que han llegado no han
hecho otra cosa que reírse de mi impedimenta, de lo viejo que está mi coche, de
que no traigo platos y vasos, de que… Y ahora mi hermana se carcajea porque me
he metido en el coche y he sacado mi “mesa” para escribir y entonces Santiago
me dice con qué la sujeto y le digo que con la pirindola precisamente.
Jajajajaja… y la tía imaginándose la cosa no para de reír.
En fin, salir de vez en cuando acompañado ameniza las
excursiones. Tenemos que ir pensando en ir preparando la piltra porque si no
mañana no habrá quien se levante temprano. Buenas noches.
Boca del Asno |
La Granja |
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