En las cercanías de
Ordesa, 25 de octubre de 2014
Como guedejas sueltas al aire
el oro de las ramas
el rumor de las hojas temblando en la alameda,
junto al río,
un final de tarde como de verano.
Otoño,
abrir los ojos
y regocijarse en el asombro,
el mundo se ha hecho de nuez moscada y canela
de miel, de fuego, del trigo en sazón,
y sin embargo el sueño me puede,
dormito frente a los álamos
dulce sueño sin moscas
tras la caminata al nacedero del Urederra,
hermoso rincón de esta castigada tierra, España,
donde el río azul turquesa,
joya engastada en el oro del bosque,
se agita en breves precipicios al alba,
canta, se despereza en los remansos,
lujoso en su transparencia glauca
de agua submarina,
en tanto el caminante,
alma de asombro y gozo,
atraviesa este milagro al alba,
al alba al alba
quiero que no me abandones
amor mío al alba, al alba al alba.
El alba brota, tierra de gracia,
del manantial del cielo,
sube a las ramas, trepa los troncos,
hojas tostadas,
sienas y amarillos mostaza
surgen del fondo de la noche,
vuelan, los atrapo,
en la cámara oscura de mi cazamariposas
quedan vibrando
junto a la emoción del viajero,
como en una fiesta.
Al alba al alba
gozo no me abandones,
gorjeo de agua y silencio,
armonía al alba al alba.
Mi rutina de
hoy: despertar una hora y media antes del amanecer, para poder llegar al alba a
Baquedano, desayunar, hacer mi recorrido del día, buscar para mi cámara los
rincones más bellos, leer un rato si la cosa se presta y tratar de estar de
vuelta para la hora de la comida. Buscar un restaurante o hacerme la comida,
como hoy, junto a un río o a la sombra de una chopera, estudiar el siguiente
destino, conducir hasta él o sus cercanías y dedicar lo que queda de tarde a
hablar un rato con Victoria, a leer, a escribir y a procesar mis fotografías.
Con esto mi rutina queda completa.
No pensé
cuando salí de casa que pudiera encontrarme cada día al comienzo de algún otoño
notable, pero sí, sí es posible de momento. Si me acompaña la suerte con el
tiempo mi recorrido otoñal lleva trazas de ser amplio y fructífero. Estos días
me parezco a los recolectores de setas, busca que te busca por aquí y por allí en
los bosques mis setas de luz y color.
Mañana
espero estar en Ordesa antes del amanecer; por la tarde volveré por la misma ruta
camino de Irati y de la hoz de Lumbier para dirigirme definitivamente hacia el
oeste recorriendo Navarra, el País Vasco, Cantabria, Asturias y León. He
encontrado un saco de otoños posibles para mis paseos en Internet, la mayoría
de ellos desconocidos para mí. Tengo la impresión de que esta aventura puede
durar tanto como duren las hojas sobre las ramas de los árboles, hasta el
momento en que la magia y el esplendor del otoño dé paso al rigor del invierno.
Ya veremos, todo se andará.
Quizás antes
de terminar, y para aquellos que quieran conservar en su recuerdo el rastro de
lugares hermosos por si llega el momento de visitarlos, deba decir que el Nacedero del río Urederra es uno de los lugares más bellos de nuestro país. Se
trata de un espacio no muy extenso, un valle cuyo eje central es el río,
cubierto principalmente por hayas, muchas de ellas centenarias. La
discontinuidad de las laderas y lo abrupto del terreno ofrecen una espléndida
oportunidad al río para precipitarse en armoniosas cascadas y recrearse en
remansos donde el color del agua de un azul turquesa bellísimo fosforece y da
un pincelazo definitivo al lugar. Hay que madrugar, tened en cuenta que la
sutileza de los colores y las formas se prestan mucho mejor al observador
cuando todavía el sol no ha llegado al interior del bosque. Eso o tropezarse
con un día cubierto, o mejor de niebla, entonces será como un entorno de
cuento.
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